top of page

El Papa y Venezuela

  • Sixto Coromoto Álvarez Quintana
  • 14 oct 2017
  • 4 Min. de lectura

Prefiero el título de Ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquel emana de las leyes.

Simón Bolívar

La Venezuela del Papa Pancho, quizá en su opinión, no es la que denuncia la oposición; tampoco debería ser la que dibuja el oficialismo. La paz de Colombia no debería convertirse en la mudanza de la guerrilla hacia Venezuela. La paz del continente, si bien es cierto que depende del conflicto entre el capital y el trabajo, como en todas partes, el cual debería resolverse a través del diálogo, de la contratación colectiva, no es menos cierto que la paz del continente depende en gran parte de la reconciliación, del fin de los desmanes de las dictaduras.

Los venezolanos, en su gran mayoría, desaprueban las medidas dictatoriales que le impiden mejorar su calidad de vida. Los venezolanos aspiran vivir en paz, en democracia, sin sobresaltos, para recuperar el espacio perdido, para vencer el desempleo, el hambre, la miseria.

Los venezolanos desean superar los efectos inadmisibles del alto costo de la vida y de la escasez, desean superar la etapa del corralito, tal cual ocurrió en Argentina, secuela de la última dictadura militar.

Los venezolanos, y eso lo debe saber el Papa Pancho, no quieren vivir como los hermanos cubanos, engañados por la dictadura castrista durante sesenta años, sin pan ni agua, inmersos en una esclavitud inaguantable. Eso lo debe saber el Papa.

Ayuda a Venezuela- le exigieron los venezolanos al Papa en Bogotá. La pancarta de los venezolanos tenía por fin llamar la atención del Sumo Pontífice, antes de que se supiera algo sobre el conversatorio entre el obispo de roma y sus colegas Venezolanos. No es un milagro lo que se le solicitaba al Papa Pancho, era más bien una súplica humanitaria para combatir el hambre, la inflación y la miseria en Venezuela. El cogollo de la curia romana, recordemos, jugaba al sí mientras la oposición colombiana en un plebiscito reciente votó por el no. Uno no sabe si hubo dos conductas asumidas entre El Vaticano y La Conferencia Episcopal Venezolana con respeto a la crisis nacional.

Emerge este comentario, según hechos aparentes, pues hubo necesidad por parte de la Conferencia Episcopal Venezolana de viajar en pleno a la ciudad eterna para informar al Santo Padre sobre lo que en verdad persiste en Venezuela. Jorge Mario Bergoglio regresará mañana a Roma. Entre tanto los venezolanos proseguirán el debate sobre la penetración del narcotráfico a niveles inconfesables. La crisis no da para más. La diplomacia sigue su curso. Entre tanto, la narcoguerrilla castrocomunista con sus golpes contra el rostro de los demócratas se sienten con mucho dolor, muertes y escalofríos.

El Vaticano tiene su agenda y el imperio terrorista cubano tiene la suya, en complicidad con factores del foro de Sao Paulo que pretenden imponer a la brava lo que no pueden hacer por vía electoral. Quizá para el ensayista que escarba en la superficialidad constituiría un atrevimiento someter al Papa a un escarceo para preguntarle: - con quién estás tú compañero-. No pretendemos emitir juicio a priori. Sin embargo, el Estado del Vaticano, creen analistas de mayor profundidad, debería comulgar en sus oraciones con el resto del viejo continente, o por el contrario, apostar a favor de la tiranía cubana que se expande en América.

El ser y el no ser de Hamlet lo tenemos en cada refriega.

Un pueblo hambriento, que come basura en la calle, no cree en los zapateros. Es más, tampoco cree en los curas que consideran positiva una ley contra el odio cuando todo el mundo sabe que el odio ha sido la bandera criminal entre quienes desde el balcón del pueblo anunciaron que iban a freír las cabezas de los disidentes. No vamos a decir que el Papa es peronista, que se muestra más bondadoso con Cristina que con Macri. Tampoco vamos a ser osados para acusar de comunista a un Papa Jesuita. O nos entendemos como caballeros, o como lo que somos- diría Don Mario Moreno, tocayo del Sumo Pontífice. No obstante, para rematar esta entrega, nos susurran los interlocutores, la bola pica y se extiende de este lado de la cancha con sapiencia vinotinto.

Esperamos que el Papa argentino no esté molesto con los venezolanos, pues también en su pueblo natal de Buenos Aires y en muchas ciudades del mundo, el eco de la protesta venezolana se hace sentir. Nadie quiere a los mentirosos en ninguna parte. Los liderazgos están ausentes en la tragicomedia. No hay peor ciego que el que no quiere ver. No seremos los que tiremos la primera piedra. Tampoco pretendemos decir más nada, al menos… por ahora.

El papa agachó la cabeza según la foto en la cual posó con los obispos venezolanos en Bogotá. El Sumo Pontífice dijo que el ejemplo a seguir vale más que mil palabras. Hay quien expresa en nuestros medios que una foto vale más que mil palabras. El Papa fustigó la perversidad del derroche cortesano cuando alabó la austeridad como contrapartida. Frente a este derroche de interpretaciones, si alguien destaca con el canto del Gloria Al Bravo Pueblo – seguid el ejemplo que Caracas dio- acaso corre el riesgo de que lo llamen – traidor a la patria-… El Papa regresa mañana a Roma cubierto de gloria… Venezuela continuará empapada, inmersa en la lluvia de las confrontaciones, con mucha pena, pero sin gloria, según las encuestas callejeras que, desde luego, no deben carecer, según creemos, de la bendición papal.

Komentarze


bottom of page